Mi mayor complejo

Tú y yo nos seguimos encontrando y no debe ser casualidad.

Yo sigo bien pompeá creando estas Funletters para ti.

No sé donde estás  tú ahora mismo pero yo, estoy sentada en la playa con una copa de vino blanco en mano mirando el mar (es que me embobo con el sonido de las olas y el vaivén, soy piscis…qué te puedo decir) disfrutando las vacaciones de Semana Santa 🙌.

Y hablando de santos y religión, no sé para tí, pero para mí las promesas tienen carácter sagrado.  

De hecho, he tenido que aprender a llevar como mantra ese proverbio que dice ‘promete poco y haz mucho’.

Pero no es que me pesen las promesas.  Mucho menos el hecho de cumplirlas. Lo que me pesa mucho, mucho, es cuando por alguna razón fuera de mi voluntad no puedo hacer lo que prometo.  Es ahí cuando siento que cargo 1,000lbs en mi espalda.  

Porque soy tan intolerante a la falta de palabra.  

Y me pasa de ambos lados.  Tampoco tolero que me prometan algo y no cumplan.  

Por eso, ahora mismo te cumplo la promesa que te hice en la Funletter anterior y te revelo mi mayor complejo en la vida:

                                                       MI NOMBRE 😑

Mira, te cuento.  Desde que entré a pre kindergarten siempre pasaba lo mismo.  La maestra comienza a pasar lista, menciona los primeros tres o cuatro nombres y….pausa. Pausa laaarga.  Entonces se escucha: ‘Calderón’. (Como comienza con ‘C’ siempre soy de las primeras.)

Me identifico levantando mi mano y enseguida la pregunta:

¿Cómo se pronuncia tu nombre?

Yanín…

¿Yamil?

No, Yanín, con ‘n’ al final.

Ah, Yanil…

Nooo, Yanín, con ‘n’, dos enes…

Así año tras año en la escuela y cada vez que me presento.  Osea que llevo más de 40 años repitiendo lo mismo.

Ah, pero no queda ahí porque ni quieres imaginarte como es cuando les toca escribirlo.

Ahí la cosa se pone interesante. Va algo así:

-Les deletreo pausadamente J-E-A-N-I-N-E mientras los observo escribiendo: Janin.

Y repito deletreando lento y con mucho énfasis:

J – E – A – N – I – N – E

Y escriben:

Janine

(😤Puñeta, pero tú no escuchas…) es lo que pienso.  Hasta que me resigno y le digo: sí, así mismo.  (Porque el problema no es que no escuche, es que no sabe escuchar y escribir a la vez…)

Osea, para que me entiendas un poco. Ya estoy en el punto en que cuando me piden el nombre para tonterías como una orden de comida o una reservación digo lo primero que me viene a la mente.  Y el reto entonces es recordar qué nombre dije…

Pero esto no es lo peor.  Lo peor pasó cuando entré a la escuela de derecho.  

Allí estaba rodeada de gente muy….eh, pues, mmmm.  La verdad no sé como llamarlos.  

Pero eran compañeros que venían de escuelas bilingües o habían estudiado en EU y cosas así.  

El punto es que tenían una pronunciación de inglés muchísimo mejor que la mía.

Entonces, en esos primeros días de clase un compañero me pregunta el nombre.  Y se repite la historia que te conté antes.

Pero esta vez, cuando le deletree mi nombre me dijo:

-Ah, es que tu nombre no es Yanín es Jean-nine. (Como jean de mahón)

Y mi cara fue algo así…

🤯 P U T A  M A D R E,

SI LLEVO TODA LA VIDA PRONUNCIANDO MI NOMBRE MAL.  MENOS MAL QUE LLEGÓ ESTE ERUDITA A INSTRUIRME.

Pero no te creas que me quedé callada ante tal comentario.  Pa bicha yo… Así que con una sonrisa y una cara de ‘prepárate para lo que viene’ le contesté:

– No, no es Jean-nine porque mi nombre no es en inglés, mi nombre es francés.

💥BOOM💥 TRÁGATE ESA EN LO QUE CALIENTO LA PRÓXIMA…

Y no, no me lo saqué de la manga.  Cuenta mi mamá que mi nombre lo escogió mi abuela materna quien nació y vivió en Francia hasta que, en medio de la guerra, cayó rendida ante los encantos de un guapo boricua y terminó viviendo acá.

Así que ya sabes, tengo sangre francesa.  

Y la verdad es que cuando mi abuela pronunciaba mi nombre sonaba como una melodía.  Pero, como nunca aprendí francés seguiré pronunciándolo con mi acento ajibarao y resignada a vivir con este complejo.

Para decirte más, hay quienes me conocen hace más de 10 años y nunca han dicho bien mi nombre.  Para ellos soy Janice o Jani, aunque hayan visto mi nombre escrito 20 mil veces en FB.

No, si te digo que hasta en mi muerte me perseguirá este problemón.  Es que lo veo venir.  

En medio de mi ceremonia de recordación el pastor pausando para leer mi nombre y terminar pronunciándolo mal las veinte veces que lo repita.

Y como tú, estés allí riéndote porque recuerdes este Funletter tomaré un pase especial del cielo y vendré a halarte las orejas. Ya lo sabes…

Nos vemos el próximo jueves…

Pero antes, tienes que saber que yo brinco en un solo pie cuando me escribes.

¿Te gustó la Funletter? ¿Te indentificas? Escríbeme.

Me encanta leerte y me inyectas motivación.  Así que escríbeme que te voy a leer y contestar.

Además, si conoces a alguien que le gustaría leerme también recomiéndame. 😉

Un abrazo ,

Jeanine